martes, 10 de abril de 2012

Pases entre Bolivia y Chile





No son muchos los futbolistas bolivianos que han jugado en Chile. El más célebre obviamente es Marco Antonio Etcheverry, que llegó con el uno de los primeros choca pandas al Colo – Colo 94’ en tiempos en que el campeonato chileno se daba el lujo de tener por ejemplo a Arbiza atajando sólo para las competencias internacionales en Colo - Colo, a Gorosito y Acosta poniéndose la sotana, al Leo Rodríguez llegando de Alemania a tomar la directiva del centro de madres. Etcheverry se pone la diez y cumple, y de ahí el cacique en favor de vuelta manda al mejor jugador boliviano de todos los tiempos lesionado a jugar el mundial de Estados Unidos 94’, que es el único mundial en el que Bolivia ha clasificado en su historia. El Diablo jugó solamente un partido, en la derrota con Alemania y de eso, menos de diez minutos ya estaba expulsado. Los otros dos partidos un empate a cero con Corea que fue único punto, y una derrota por dos a uno ante España, con Platini Sánchez haciendo el único gol mundialero en toda la historia del fútbol boliviano.

Dentro de las moralejas para los astutos y siempre iluminados dirigentes del fútbol chileno era que si Xavier Azkargota pudo como técnico clasificar a Bolivia en un mundial, cómo no va a clasificar a Chile. En menos de diez partidos el vasco estaba diciendo “muerto el perro se acaba la rabia” y con eso daba su renuncia. Pero Chile sí clasificó a ese mundial, claro que con el pelao Acosta. Y en Francia 98’ pasó lo mismo que en Chile 62’, que en Sudáfrica 2010. Brasil nos despachó por goleada. Entonces la mano de vuelta, y los dirigentes bolivianos dijeron si Acosta pudo clasificar a Chile después de dieciséis años a un mundial, cómo no va a clasificar a Bolivia. Y no. Nelson Bonifacio no pudo y para el mundial de Corea – Japón, Chile y Bolivia terminaron en el fondo de la tabla.

Y de jugadores chilenos en la liga boliviana tampoco han habido muchos. En lo personal no sé de ninguno a ciencia cierta, y me da flojera buscar en wikipedia. De los encuestados tampoco tuve ningún nombre, así que ese dato histórico estaría en deuda.

Pero ahora está Sebastián González en The Strongest. Cuando supe que Chamagol estaba jugando en el Tigre me alegré. Un colocolino en mi equipo de Bolivia. Ya lo imaginaba celebrando los goles imitando a Chespirito como en México, que de ahí iba a retomar su carrera, que debía estar siendo la estrella en el equipo, pero no. En la banca casi siempre, y cuando entraba no era mucho más que lo que hacía sentado. Según la prensa es porque no se adapta al juego, la altura, es un sistema distinto. Según el poeta Osdmar Filipovich es porque acá todos los futbolistas que llegan se dedican a las putas y la cocaína. Puede que ambos puntos sean ciertos, la cosa es que el mismo González decía que se sentía en deuda. Pero aún así fue campeón en Bolivia el año pasado, y ahora ya hizo un par de goles y eso le doy derecho a entrar de titular en la liga y jugar la Copa Libertadores.

Por una razón histórica, y no solamente futbolísticas, el jugador chileno, y de cualquier parte en realidad, siempre va a ver en el fútbol boliviano un campeonato de menor categoría, que es caer en los potreros, y que por eso llegan a los equipos grandes de Bolivia jugadores de segunda o tercera división de Argentina o Paraguay, la mayoría. Cosa que también pasa en Chile. A su vez es lamentable que el jugador boliviano no sea valorado por las otras ligas, que no sean exportables, y los que juegan afuera lo hacen en campeonatos pésimos y que ahora no se vea ningún crack que la pueda romper en cualquier parte. En lo personal, pongo todas las fichas por Alejandro Chumacero. Será petizo, le falta cuerpo, que con un empujón salta a la mierda, pero juega un kilo, y es uno de los pocos de la liga que corre todo el partido. Ojalá que en Colo – Colo se dejen de hueviar y el Principito de Achumani se vaya derechito a Macul. Te apuesto que la hace.



viernes, 30 de marzo de 2012

Sobre el veintitrés de marzo






La gente abre el periódico y los titulares le llevan de una a la Guerra del Pacífico. ¡Viva Bolivia! ¡Viva el Perú! ¡Abajo Chile! ¡Muerte al filibustero araucano! Leen a la pasada al pararse frente al kiosco o todo completo con un café, pero el resultado es el mismo. Cada artículo, cada frase invitan a preparar la respuesta al insulto, a la invasión, llaman a ir a la guerra. El gran meeting se arma con fuerza y la palabra “mar” suena, va y viene de boca en boca como el mismo oleaje. Pero claro, esto no es 1879. El periódico “El Comercio” editado en La Paz de Ayacucho, viernes 28 de febrero de ese año, reeditado para las vísperas de este 23 de marzo, día del mar en Bolivia. En su tiempo, ese mismo periódico alzó al pueblo en armas, unió a la patria en un sólo objetivo de limpiar a sangre la ofensa. Pero ahora, en dos mil doce, no logra levantar ni un fusil, pero sí sigue abriendo la herida de la derrota.

Han pasado ciento treinta y tres años de trauma post guerra. En Antofagasta, Calama, los niños crecen y en algún momento, casi por anécdota se enteran que la tierra que pisan fue alguna vez boliviana. Acá los niños de la cuna se les crían con la promesa de volver al mar y con eso solucionar todo. Absolutamente todo. Los gobiernos o los medios, que es lo mismo, ponen el tema limítrofe como cortina de humo ante cualquier problema interno y la reivindicación marítima, con bandera, himno y todo, se levantan como la gran esperanza de una patria unida, rica, libre.

Pero es tan falsa la promesa, o se ha hecho tan grande en todo este tiempo que el común del boliviano piensa que va a tener Antofagasta de nuevo. Que el villorrio de cinco mil personas que fue en mil ochocientos setenta y nueve, se va a entregar como lo que es hoy; un gigantesco puerto, con las avenidas, escuelas, hospitales, fábricas que cientos de miles de personas las ocupan ahora. Que Chile va a devolver todo el territorio que fue boliviano, con Chuquicamata incluida, para fraccionarse y dejar a Iquique y Arica como islas, lejos del resto del territorio, más solas que el mismo Abaroa defendiendo Calama.

La mayoría de la gente en Chile no tiene idea qué es el Silala, y los que lo saben, poco les importa para dónde vayan sus aguas. El día del mar lo ven como material para hacer chistes y se matan de risa cuando saben que existen marinos bolivianos. Todo se explica en la política del vencedor, el que ganó la guerra, el que no tiene nada qué reclamar. Cada país cuenta la historia como le plazca y así la enseña en sus escuelas.

Pero dónde están las soluciones reales. Quizá la propuesta más aterrizada la dio Pinochet a Banzer. Entre dictadores se entienden. Y que era hacer el famoso corredor por el extremo norte de Chile desde la costa hasta el departamento de La Paz, teniendo Bolivia soberanía sobre ese territorio y Chile quedándose proporcionalmente con territorios de Potosí, y de pasada eliminando para siempre la frontera con el Perú. Pero no. La trampa peruana en el tratado de mil novecientos cuatro es que todo territorio que haya sido peruano no puede ser cedido a un tercer país. De ahí en más pura demagogia, antichilenismo, gobiernos que les jugó en contra ese mismo odio por Chile y cuando quisieron sacar el gas por ahí tuvo en respuesta protestas, matanzas, y posterior abdicación de Goni.

Pero pasa el tratado de mil novecientos cuatro, pasó el abrazo de Charaña, pasa la agenda de los trece puntos y las amenazas de ir a La Haya. Y nada. Ya marcharon y murieron los beneméritos de la Guerra del Pacífico. Yo vi marchar a los beneméritos de la Guerra del Chaco en su último desfile del veintitrés de marzo, y para el de este año ya estaban todos en su mausoleo. Todo sigue estancado en gigantescos mamotretos contestados por otros más grandes. La única parte en dónde sigue vivo es en las mesas de bares, en donde he tenido cientos de veces hablar de el mar, Abaroa, si no hubiesen dejado solo a Carrasco, si los peruanos se hubiesen metido, y la ayuda que tuvieron de Inglaterra. Pero con ninguno de los que he hablado es Melgarejo para que en una conversación de borrachera pueda cambiar el mapa de Bolivia. Así que la frontera sigue ahí. Y los huesitos de Abaroa los van a seguir sacando a pasear una vez al año esperando lo mismo, sin que pase nada.

Si esta guerra o post guerra fuese un partido de fútbol el juego ya estaría hecho. Chile sigue haciendo tiempo en un partido que lo tiene ganado, dilatando el juego con pases entre defensa y arquero. Y Bolivia sigue haciendo el desgate, quemando piernas, todavía reclamando un penal que no se cobró.